22.9.12

PISTA DE AUDIO Nº 35; GRABADORA SAMSUNG DE ROBERTO GUEROA


Mi querida chica M: ¿recuerdas el día en que aparecí con un extraño ataud debajo del brazo derecho?, ¿conservas el momento en que diseccioné aquel cuerpo con destonilladores y vastas dosis de minuciosidad? Semejante disco duro, pieza maldita de coleccionista pervertido, acabó por adaptar la forma de un agente vírico: Principio de Infección dentro de las esquinas de nuestra historia de convivencia. Como esos archivos dañados y escondidos carpeta tras carpeta. Hizo que te perdiese. Es rídiculo. Ahora mismo lo sujeto debajo del brazo: el disco duro. Exactamente idéntico a la diapositiva en la que entro en el cuarto amarillo una tarde de invierno con un ataúd debajo del brazo derecho. Sólo que ahora no hay ningún ataúd. Está mortecino, desnudo, con el cable de USB a mini-USB todavía enganchado a su cuerpo y colgando del mismo. Vamos imprimiendo un fino reguero de sangre en la tierra seca, terreno yermo cuyo color recuerda al de los moratones, tierra dura pero que sin embargo da la impresión de estar a punto de deshacerse, como bolas de piedra arenosa, o así lo interpretan estos pies descalzos. Acabo de lamer suavemente restos de sangre adheridos a las uñas. Sangre del más puro sabor metálico con la que puedas enjuagarte. Líquido de enjuague bucal para esta boca deshidratada que desde aquí te habla. Que desde aquí, a veces, enfrente de la grabadora de voz, susurra tu nombre. M. La verdad es esta: negocié en una tienda ilegal de órganos de computadoras el precio del disco duro de un tal estudiante de Bellas Artes y de nombre Lucio, Lucio Costado. Lo reparé. Examiné sus habitaciones, sus documentos, su extensión memorística. Mi querida chica M: ¿recuerdas las noches en que empapelaba la piel amarilla de la habitación a base de planos y mapas?, ¿conservas el momento en que me di cuenta de las coordenadas así como de la topografía de este lugar? Mi querida chica M: esto es Ninguna Parte. Una planicie árida y radiactiva, puesta en cuarentena hace unos años y de la que se narran demasiadas crónicas. Desdén Spinoza me ilustró con, sino todas, casi todas. La fuga de unos cuantos materiales potencialmente peligrosos y la posterior explosión explican que la intensidad vibracional de esta zona genere exploraciones clandestinas de productores musicales. Dicen que puedes verlos arrastrar con precariedad baterias y cableados que instalan debajo de tierra. Hay quien vio a niños deformemente desnutridos, chupando raíces de cables arrancadas por entre los recovecos de los relieves más agrietados. Trevor Tesla me contó en una ocasión que aquí han cultivado el glitch más salvaje y ferozmente manipulado que nadie haya tenido ocasión de catar. Algo indomable. Disparos de mareas de convulsiones poderosísimas. Mi querida chica M: busco el manantial del desierto. El núcleo. La Madre Parcela. La fuente original de vibración. Los metros cuadrados que más tiemblen y ahúyen dentro de este laboratorio natural, dentro de este ecosistema de ondas. La materia prima con la que poder curarte, con la que poder curarme, con la que poder curarnos. Busco la ecuación matemática que represente en lo más oscuro de su estructura, en sus dominios codificados, la frecuencia idónea como para no tener que volver a temblar y tiritar y lloriquear fuera de toda voluntad propia y a la espera de un nuevo E.P o doble disco con el que poder liviar todo el dolor que en nosotros han programado, sembrado. Mi querida chica M: voy a dar con el remedio, con la medicina, con el alivio, con el silencio. Sosiego. Aquí respiro sosiego turbado y plutónico. Silencio, también muchas raciones de silencio. No-lugar-Ninguna-Parte. Paradójicamente, y esto es algo de lo que me advirtieron, no experimento cambios físicos o psíquicos. Estoy anulado, reducido a esta marcha. Camino erguido, al igual que una especie de androide estoico, con la mirada colgada, imanizada por el horizonte. El disco duro sigue goteando sangre extra-herrumbrosa. Diviso una familia de buitres allá a lo lejos. A cada paso que doy, a cada piedrecita que me clavo, la vibración del suelo y el cosquilleo que siento en la planta de los pies desnudos aumenta, eleva su fuerza en un zumbar análogo a una hipotética conexión de miles de bafles, subwoofers y diversos modelos de altavoces debajo de tierra. Como si este piso desértico fuese un cuerpo con vida, un cuerpo dormido, a punto de desmayarse: puedo sentir el cosquilleo de su carne, ese cosquilleo que uno siente segundos antes de desfallecer. Como el tembleque de una máquina de rapar cabezas o de una cortadora de césped si se apoya la palma de la mano en ella. Mi querida chica M: el suelo sigue agitándose. Cada vez más ruidoso. Cada vez más piedras. Cada vez más sangre. Cada vez más buitres.




21.9.12

LECCIÓN DE INSOMNIO III


Cuando a la noche le falta electricidad, recurro a mi pasado como si de pornografía se tratase. Paseo en calcetines, batín y calzoncillos a lo largo y ancho del pasillo que comunica todas las haitaciones de la casa y que además es de tarima flotante, de ese tipo de suelos que estratégicamente crujen cuando uno apoya el peso en las zonas cuya superficie se ha dilatado y elevado respecto al nivel del piso. Ando a oscuras por una galería de fotografías doradas [lo de doradas es por los marcos] que certifican que ahí, en algún lugar del espacio y del tiempo, existió mi pasado. Las vacaciones en Dubronik en las que mi mujer porta un bonito vestido de verano azul y en las que mis hijos aparecen como con caras de disgusto. Una instantánea de la pequeña de mis hijas disfrazada con gafas de sol, unos tirantes vaqueros y una gorra de una sucursal bancaria puesta del revés. Mi cuerpo jovial apoyado en una moto con aspecto de Harley Davidson, en blanco y negro. Una boda. Dos bautizos. Cuando a la noche le falta electricidad, recurro a mi pasado como si de pornografía se tratase. Me deslizo a ras de la tarima flotante apoyado sobre mis pulgares [pies] y recorro la totalidad del hogar que poco a poco he ido cimentando, en un esfuerzo rítmico por no mover nada, por no tocar nada que haga que tropiece y detenga estos pasos. Soy una bailarina de ballet en batín y llena de explosivos. Me gusta estamparme, en un espacio delimitado por entre la zona de los pezones y la altura del ombligo, la cinta adhesiva: a oscuras y apoyado en la encimera de la cocina. Es estético, pienso y, como si pudiese verme desde un prisma alterado de mí mismo, experimento unas ganas  terribles de pronunciar esa maldita frase. Es estético: o al menos imprimirle sonido a medio gas si gesticulo en voz baja. No quiero que mi mujer o mis hijos se despierten, no, hoy no. Agradezco el frío pero pegajoso contacto del plástico de los cartuchos en la piel de mi abdomen, advirtiéndome del poder que contienen, la tranquilidad por la que aquí me entrego, por la que aquí bailoteo a oscuras. Me siento como el padre de Laura Palmer. Apoyo la punta del pie izquierdo, flexiono la pierna derecha y hago un giro de trescientos sesenta grados. Danzo pegado a las fotografías porque sé que estoy perdiendo la cabeza. Poco a poco. Quiero paladearlo poco a poco. Como el buen vino antes de dormir. Como las buenas novelas antes de dormir. Como el buen insomnio cuando no duermes. Como las luces que se debilitan y tú las contemplas. Como los pelos que se arrancan al despegar la cinta adhesiva del cuerpo velludo. Como dar escondite a los veintiséis cartuchos de fabricación casera en un bajo fondo ignorado allá por el desván. Como introducirse sigilosamente en la cama de matrimonio que compartes por costumbre y, antes de cerrar los ojos, repetir el mantra del fracasado. Mañana será otro día. Mañana todo cambiará.



17.9.12

MICRO.ARTÍCULO MUSICAL DE SIMON REYNOLDS PARA EL NÚMERO 215 DE `THE WIRE'


ACERCA DE CÓMO WILLIAM BELLOCQ, EN UNA DE ESAS SITUACIONES EN LAS QUE A SIMPLE VISTA NO SUCEDE NADA REVELADOR O SIGNIFICATIVO PERO DE LAS QUE UNO LLEGA A EXTRAER DE FORMA CASÍ MÍSTICA IDEAS POTENCIALMENTE PELIGROSAS, LOGRÓ CONCEBIR EL ESQUELETO DE UN PROYECTO CONCEPTUAL QUE ACABÓ POR CONGREGAR A UN NÚMERO CONSIDERABLE DE ADEPTOS QUE SIN MÁS SALIDA, A PARTE DE EXPERIMENTAR TODA UNA SUERTE VIBRACIONAL DE SENSACIONES CONTRADICTORIAS Y NADA CONCLUYENTES, CULTIVARON LA PREGUNTA CONTAGIOSA ACERCA DE QUIÉN ERA REALMENTE WILLIAM BELLOCQ, LA PREGUNTA CASI CÍNICA QUE SE REPETÍA TODO EL MUNDO ACERCA DE SI REALMENTE EXISTÍA O NO EXISTÍA WILLIAM BELLOCQ.

Después de varios meses ya de decenas de miles de reclamaciones de todo tipo para con la figura del Postproductor Espectral -así lo llaman, en espacios repartidos entre los foros virtuales y las mesas periféricas de cafeterías poco iluminadas, los usuarios y seguidores del mismo-, hemos podido asistir a unas pocas palabras para conocer algo de su historia, de su identidad. La conversación ya se ha filtrado por casi todas las Ciudades-Portales interesadas del e-Territorio. Con exclusión de la fotografía [¿falsa?] -a lo Thomas Pynchon- extraída de la orla de graduación de la generación del noventa de la Facultad de Audiovisuales de la Universidad Invisible de Loolabaloo y la entrevista que se le realizó el pasado martes 16, poco sabemos de William Bellocq. La peculiar interviú se ejecutó a distancia, tal y como mandaba el prospecto: mediante una llamada telefónica. Una llamada telefónica en la que la voz del entrevistado se deformaría -gracias a bajadas de pitch y efectos de reverb- hasta adoptar ese tono que tantos raperos utilizan en sus producciones y del que se dice que se parece a la voz de dios o del diablo. Una llamada telefónica que, bajo instrucciones de W.B., duraría lo que dura en responderse una pregunta. Repito: el tiempo que se tarda en contestar a una sóla pregunta. La cabeza de turco responsable de partirse a sí misma a fin de establecer la quintaesencia mayeútica, esto es, la pregunta par excellence, la interrogación destinada a causar la mayor información relevante posible, corrió de la mano de la gente del sello de Neo-Mille Plateaux, único colectivo con el que el creador del Militarismo Vibracional quiso colaborar en batalla.

Neo-Mille Plateaux: Sabemos de ti lo que se supo de J.D. Salinger o de Burial, lo que se supo de Mahoma o del «caníbal de las sales de baño», al que un policía descubrió arrancando literalmente, a mordiscos, la cara de un mendigo. Sabemos que te gusta, por la confidencia de varios de tus discos, el tipo de conversaciones que la gente mantiene casi por compromiso en situaciones en las que digamos, por poner uno de tus ejemplos, se encuentran encerrados dentro de un coche y todavía quedan muchos kilómetros para llegar al punto rojo que señala el GPS. Sabemos que empezaste en el mundo del sampleo y de los mimetic remixes. Que colaboraste en un proyecto de la FOX cuyos objetivos no están a día de hoy totalmente desvelados pero en el que se sabe que hubo de por medio simios adiestrados mediante conductualismo por sonidos. Sabemos que nunca has actuado en público. Sabemos que has aparecido en muchos carteles de festivales regionales en los que ha sonado tu música y en los que nadie te ha visto. Sabemos que se ha desmentido más de una vez la validez de la imagen que colgaste de aquel chaval de aquella promoción de Audiovisuales. Sabemos que no eres tú. Sabemos que tuviste mucho que ver con el juicio de la War Vibration. Que a raíz del mismo, nadie conoce a ciencia cierta tu identidad, ya sabes, si eres uno o varios, si sigues vivo o preso, si existes o no existes. Sabemos que le pediste una colaboraxión a Thom Yorke que nunca quiso llevar a cabo. Sabemos que últimamente hay comentarios que se enlazan con más comentarios en los que se cuentan historias sorprendentes de curaciones y maldiciones en los supuestos festivales regionales en los que suena tu música pero tú no actúas. Sabemos que únicamente nos permites una pregunta. Pues bien, queremos saber acerca de tus orígenes. Queremos que nos narres el momento más in-trascendente de tu vida, lo que hizo que pensaras en ese tipo de terrorismo del que la gente susurra que practicas. Queremos que nos cuentes el por qué [¿Causa sui?] o el por qué no [¿Causa sui?] de William Bellocq, si es que realmente existe o no existe.


William Bellocq: Yo era de esa generación de chavales que habían cambiado los vaqueros por los astronautas y los astronautas por los discjockeys. De esa clase de jóvenes que dieron su tiempo de ocio a la estética punk, la ciencia ficción y los videojuegos de plataformas y extraterrestres. Recuerdo una noche el sonido del cuchillo contra la madera. A mi madre trozeando minuciosamente colores y formas de verduras mientras yo escuchaba a Carl Sagan hablar sobre el Voyager 2. Mi madre solía participar, casi por necesidad rígida, de varias actividades con una atención colosal en cuanto al reparto de porcentajes de atención. Cortar verduras + ver la tele + hablar conmigo siginificaba un equilibrio periódico del 33.3% de precisa atención sobre las mismas. Siempre fui consciente de aquella democracia receptiva. Yo era de esa clase de criaturas desprotegidas que pueden anticipar el correcto y adecuado comportamiento de sus progenitores según que situación se de, no importa cuál pero siempre, absolutamente siempre, en calidad de progenitores. Supe descifrar aquel patrón de conducta el día en que mi padre entregaba todo su empeño de padre por embelesar mi equilibrio receptivo mediante trucos ilusorios de sombras chinas. Cruzaba los dedos enfrente de un flexo y los retorcía hasta fabricar figuras que, según lo que me decía, representaban al perro Pluto. Sentí pena por él. Por aquel hombre que yo sé que intentaba conquistarme y aún así resultaba patético. Nunca fue consciente de aquello y por eso mismo siempre pude preveer, anticiparme a su comportamiento de padre modélico. Yo era de esa clase de jóvenes que sintieron ganas de llorar viendo los Simpsons al lado de sus progenitores. De los que veían en la tele a Carl Sagan hablar sobre el Voyager 1 y 2 mientras sus madres picaban verduras en tablas de madera y miraban a Carl Sagan y les daban consejos por detrás de sus nucas. Recuerdo que aquella noche, al son de los cuchillos como golpes de intermitencia, escuché por primera vez los Sonidos de la Tierra, grabaciones que un vinilo dorado portó a lo largo de su viaje por la vía láctea, encerrado en el núcleo de sondas espaciales. Recuerdo el canto de las ballenas. Sé que desde entonces hay algo dentro de esos animales que a mí me condiciona, algo que me influye y me vibra si se mete dentro de mi sangre, de mi estómago. Lo sé desde que sentí que, llámalo X, me era lanzado desde el televisor y me traspasaba. Justo en el instante en que a mi madre se le iba de las manos su democracia receptiva de 33'3 periódico y se rajaba un trocito de la piel de su dedo. Justo en el momento en que el canto de ballenas se metió tan dentro de mí que se convirtió en un pitido que hizo que el grito seco y de poca duración de mi madre no sonase sino como por debajo del agua. Justo cuando yo sólo podía escuchar ese pitido y ver la sangre y la cara cabreada de mi madre, creo que ahí supe que sería productor musical. Esa noche no dormí porque sólo podía imaginar la manera en que trocearía música con infrasonidos emitidos por ballenas, música que se convertiría en un himno basado en el influjo que causa la vibración dentro del conjunto complejo de las emociones humanas.



13.9.12

EXTRAÑOS II




   -No sé si eres consciente –cuestiona Ricardus Long-Island- de que William Bellocq no existe. O al menos no participa de la misma manera vital en que tú y yo hablamos y nos colocamos aquí presentes. Al lado de esta montaña de basura y bajo esta noche tan agradablemente no-húmeda, mi querido y pequeño oloroso.
   -… -contesta Axel “el pequeño Axiolítico”, y si esto es así, se debe a que, desde hace unos aproximadamente tres minutos, contempla las formas apagadas pero ligeramente tigresas del fuego mal encendido. Eso y el humo glitcháceo ascendente una vez que sale, como en una pequeña  fuga de gas, de sus gruesos labios.
   -La gente dice que William Bellocq es algo así como un anuncio publicitario. Otros lo odian porque nunca aparece en directo cuando actúa. Es divertido. ¿Cómo se actúa sino es en directo?, ¿existe realmente la actuación? La semana que viene vendrá a la ciudad. ¿Actuará?, ¿no actuará?, ¿querrá que -estoy cansado de repetirte la pregunta –corta en seco A.A.

Y la pregunta era: ¿es cierto que puedes llegar a ser tan imbécil? Axiolítico estuvo a punto de coger una de las redes con las que cazaban los apuntes que caían del cielo y estrellarla contra la cabeza de ese jodido desmañado. Odiaba sinceramente a Ricardus Long-Island cuando aparentaba estar atento y participar de forma activa en una conversación, y en realidad concentraba su atención en redactar mentalmente aforismos absurdos que luego todo el mundo repetiría en los habituales corros de conversaciones basadas en el glitch.

Axel “Axiolítico” sabía perfectamente que William Bellocq no pincharía en directo  en el club Balaclava el próximo jueves. William Bellocq no aceptaría eso. Sus sesiones eran privadas. Un cuarto amarillo, vaporosa luz como henchida de calma. Sosiego. Sosiego y soledad.

Arrojó un montón de apuntes inutilizables a la hoguera, y el fuego avivó el equilibrio de la oscuridad detrás de las tumbonas. Miró a Ricardus del mismo modo en que se miran dos ancianos mayores y le dijo:

     -Si sabes tanto acerca de William Bellocq, dime, cómo es que nadie puede memorizar ni un solo trozo de sus canciones. ¿A caso existen esas canciones?
    -William Bellocq es bueno –proclama con lentitud premeditada R.I-L, acomodándose con torpeza pero sin posturas forzadas en un sofá agujereado y húmedamente amasado por restos fósiles de cerveza templada y, sin apartar la vista de la luz tigresa y tibia, dice que W.B. es el nuevo mesías. El superhombre. La suprema redención- dicen que te cura y te limpia más que ningún producto químico de limpieza de la mejor marca posible.
   Ahora Axel no se puede contener. Coge la red en un rápido movimiento y golpea a Ricardus en toda la nuca. Ricardus no se inmuta. Sigue sonriente, observando las llamas, se mece como si su cuerpo fuera un alga en el fondo del mar.

   -No sabes nada de eso. ¿Por qué iba a curarme y no hacerme enfermar?- Axel cogió otro puñado de apuntes de la bolsa de basura que tenía a su lado y los echó un vistazo. Siempre tenía esa costumbre.
   -Escuché en el skate park que la War Vibration ha incorporado a un nuevo miembro entre sus filas. Lo llaman el Black&Decker y dicen que si escuchas uno sólo de sus temas, aunque sea durante medio compás, quedas maldito, durante minutos que parecen horas y que a su vez si las asumes como horas dan la sensación de convertirse en días, semanas tal vez, meses humildemente fabricados con tortuosas repeticiones de frases estúpidas sacadas de vete a saber dónde. Puede que incluso años de ristras de melodías absurdas y enfermizas de cabecera de programa regional de radio repitiéndose y clavándosete en los poros como una taladradora, como una auténtica Black&Decker.
   -La War Vibration… –pronunció e hizo una pausa A.A., gustando de provocar el amago significativo que insinúa acatamiento de las reglas del juego de mascaradas mistéricas y artificiales de Ricardus Long-Island-…el mundo en manos de unos pinchadiscos simiescos. La raza humana a expensas de gente que te lanza vibraciones, vibraciones como las que recibieron aquellos dos chicos que cayeron fulminados, colgando de cables atirabuzonados, ya sabes, esos míticos cascos de sonido que sirven como herramientas de juicio mediante las que comprar o no comprar el producto solicitado y que pueden ser utilizados en centros comerciales de calles comprometidas, vibraciones a las que se expusieron sin ni siquiera tener consciencia, las mismas que te contagian, te degeneran y muy sensualmente, se diga como se diga, te dependizan. Ondas en movimiento que seducen pero que enferman. Buenos y Malos. Sádicos y Sanadores. Ángeles y Vengadores. Superhéroes y Supervillanos. Me gustaría hacerles saber a todos esos DJ’s que estoy hasta las pelotas de su maldita guerra. A ellos y a los jodidos imitadores y primitivos y anarquistas gramaticomilitares. Odio en especial al padre del sin sentido realista, ese líder melenudo y adicto a la marihuana al que comparan con Kurt Cobain.

Bastante después de haber ido desapareciendo, como restos de vapor de ducha, las cada vez más apagadas sentencias del discurso de A.A., entre el calor que hubo provocado la verborrea desatendida de Ricardus y varios [bastantes] intentos por hacer funcionar el mechero, el mismo A.A. leyó superficialmente uno de los bastantes papeles que tenía en las manos. Al parecer eran apuntes de una asignatura de Lógica, de primero de Filosofía. Estaban llenos de ceros y unos. Los lanzó al fuego inmediatamente y pensó en la vibración. Casi todos los jóvenes de su edad temían estar contagiados. Desgraciados. Picores en la espalda, insomnio inducido por la sobresaturación muscular o el agotamiento inusual eran algunos de los síntomas que varias personas decían padecer. Luego empezabas a morir.

Aquello había asustado bastante a Axiolótico y había convencido a Ricardus para largarse de la ciudad, juntos, cuanto antes. Al fin y al cabo ambos habían anunciado en más de una ocasión el cansancio que ya experimentaban con la vida en dicho hábitat. Hacía un par de meses que habitaban aquella casa abandonada, plena de vacío, en especial de vacío tanto vibracional como humano. Un tipo extraño les había hablado de ella una noche en San Justo. Les dijo que él había estado allí el año anterior durante unos cuantos meses, y que nunca fue molestado por nadie. Era fantástico porque era un lugar podridamente remoto. Sí ellos querían pasar una temporada sin sobresaltos, alejados del centro y de la plaga de vibración, aquella era la mejor opción. Es como estar en ninguna parte, les aseguró aquel hombre. Ahora Axel y Ricardus Long-Island lo certificaban. Ahora, para recibirse a su nuevo hogar, utilizaban esa denominación. Ninguna Parte. A una hora en bici de los polígonos industriales, donde la ciudad empieza a tener nombre. Cruzando la vía del tren abandonada. En caminos que apuntan hacia el norte. Así llegarás a mi casa. Ninguna Parte.

  -El anterior inquilino de Ninguna Parte me dijo que hay quién piensa, incluido él mismo, que William Bellocq no es uno sino varios. Yo le dije que lo más probable es que la identidad de W.B. respondiese a aquel tipo al que metieron en la cárcel, el hombre mudo, el puto Fred Korok. Roberto Gueroa, antes de marcharse, en el último apretón de manos, porque hubo más de un intento, recalcó que mucha gente piensa que sigue vivo y que es uno. Que sigue por ahí, rodeado de extraños como nosotros y oculto, oculto como nosotros, en Ninguna Parte.



11.9.12

PISTA DE AUDIO Nº 41; GRABADORA SAMSUNG DE ROBERTO GUEROA




Que no colaras las naranjas cuando las exprimías y que seguidamente te sentaras para abrir tu Facebook es algo que no compartía pero que contemplaba cada mañana con la misma seriedad con la que un vigilante de noche finge si rodea, repetida y mecánicamente, un edificio cualquiera. Que la pulpa del zumo se convirtiera en un bigote brillante y luego se secara poco a poco escondía algo para lo que nunca tuve adjetivos. Que todas esas madrugadas en las que desaparecía y pintaba círculos rojos con pintura fresca causaran en nosotros la disolución y consumo de nosotros, es algo que pese a toda mi parafernalia, nunca podré negar. Que coloreara círculos rojos tanto en carreteras como en los patios traseros de centros sociales fue cosa de Desdén Spinoza y, pese a mis torpes excusas e historias increíbles, es algo que aún no comprendes, algo que ni siquiera llegaste, ni pese a los folios desparramados que nunca ojeaste por curiosidad y con los que amanecía casi todos los días en el cuarto amarillo, a sospechar. Que te quedaras dormida viendo la tele era un artefacto emocional que casi cubría por completo, con una extraña sensación de autoconsciencia que no llega a ser del todo autoconsciencia, las paredes amarillas del salón. Que yo te contemplase acababa siendo un juego de sombras y luces tartamudas. Que yo jamás te quitaba ojo; que puedes no creerme; que es justo. Que las bibliotecas se llenaron de jóvenes manchados con infecciones y heridas a causa de la vibración sonora y los efectos fisiológicos del glitch. Que tú fuiste una más. Que yo fui uno mas. Que vi cómo enfermabas. Que viste como enfermaba. Que te curaste. Que me curé. Que volviste a enfermar. Que volví a enfermar. Que, y puede que suene arriesgado, definitivamente nos curamos. Que a veces, cuando camino por los poros agrietados de esta planicie cuyos olores parecen guardar el equilibrio nauseabundo de un hábitat natural construido a base de ceniza de deshechos químicos, dudo y pienso que tal vez no. Que tal vez nunca enfermamos. Que tal vez y por ende, nunca llegamos a sanar por dentro.    



9.9.12

EL SUICIDIO COMO UNA ESPECIE DE REGALO


Había una vez una madre que lo pasaba muy, pero que muy mal, emocionalmente, por dentro.
   Por lo que ella recordaba, siempre lo había pasado mal, incluso de niña. Recordaba pocos detalles específicos de su infancia, pero sí recordaba haber sentido un odio hacia sí misma, un terror y una desesperación que parecían haberla acompañado desde siempre.
   Desde una perspectiva objetiva, no sería descabellado decir que aquella futura madre tragó mucha mierda psíquica cuando era una niña y que parte de aquella mierda podía describirse como abusos sexuales por parte de sus padres. Sin embargo, aunque todo esto era verdad, no era el problema.
   El problema era que, hasta donde alcanzaban sus recuerdos, aquella futura madre se odiaba a sí misma. Percibía todas las situaciones de la vida con aprensión, como si cualquier ocasión u oportunidad fueran una especie de examen importante y terrible y ella hubiera sido demasiado estúpida o perezosa para prepararse con antelación. Se sentía como si tuviera que sacar la nota máxima en todos aquellos exámenes para evitar algún castigo terrorífico 1. Se sentía aterrorizada por todo y le aterrorizaba que se notara.
   La futura madre sabía perfectamente, desde una edad temprana, que aquella presión constante y horrible venía de su propio interior. Que no era culpa de nadie más que de ella. Aquello la hacía odiarse más todavía. Esperaba de sí misma una perfección absoluta, y cada vez que no la conseguía la colmaba una desesperación profunda e insoportable que amenazaba con romperla en pedazos como si fuera un espejo barato 2. La futura madre proyectaba aquellas expectativas tan altas en todos los ámbitos de su vida futura, particularmente en aquellos que involucraban la aprobación o desaprobación de los demás. Por esta razón, durante su niñez y adolescencia, todos la percibían como a una chica brillante, atractiva, popular y admirable; la elogiaban y la aprobaban. Sus compañeras parecían envidiar su energía, su dinamismo, su aspecto, su inteligencia, su disposición y su atención infalible a las necesidades y sentimientos ajenos 3; tenía pocas amigas íntimas. A lo largo de su adolescencia, las autoridades como, por ejemplo, profesores, patrones, líderes militares, pastores y asesores de asociaciones de alumnos universitarios comentaron que la joven «parec[ía] tener expectativas muy, muy altas de [sí misma]», y aunque a menudo aquellos comentarios se emitirían desde una voluntad de preocupación o reprobación amables, casi siempre se podía distinguir en ellos una nota ligera pero inconfundible de aprobación -de que la autoridad había emitido un juicio objetivo e imparcial y había otorgado su aprobación-, y en todo caso la futura madre se sentía (por entonces) aprobada. Se sentía tenida en cuenta: sus criterios eran altos. Sentía una especie de orgullo abyecto por la falta de piedad que mostraba hacia sí misma 4.
   Cuando llegó a la vida adulta, ya resultaba adecuado afirmar que la futura madre lo estaba pasando interiormente muy, pero que muy mal.
   Cuando se convirtió en madre, las cosas fueron todavía más duras. Las expectativas de la madre hacia su criatura resultaron ser imposiblemente elevadas. Y cada vez que la criatura no lograba algo, la inclinación natural de la madre era odiarla. En otras palabras, cada vez que él (la criatura) amenazaba con comprometer los criterios elevados que eran lo único que la madre tenía creer, para sus adentros, el odio instintivo de la madre hacia sí misma tendía a proyectarse hacia el exterior y hacia la criatura. A aquella tendencia se le añadía el hecho de que en la mente de la madre no había más que una separación minúscula e imprecisa entre su propia identidad y la de la criatura. La criatura parecía en cierto sentido ser el reflejo de la propia madre en un espejo que reducía las imágenes y las distorsionaba de forma grotesca. Por tanto, cada vez que la criatura era maleducada, codiciosa, grosera, dura de mollera, egoísta, cruel, desobediente, perezosa, tonta, testaruda o infantil, la inclinación más profunda y natural de su madre era odiarla.
Pero no podía odiarla. Ninguna buena madre puede odiar a su criatura, juzgarla, abusar de ella o desearle ningún daño de ninguna clase. La madre lo sabía. Y los criterios que usaba consigo misma como madre era, tal y como uno podría esperar, muy elevados. Y era por esta razón por la que siempre que «metía la pata», «hablaba con brusquedad», «perdía la paciencia» o expresaba (aunque fuera mentalmente) odio (por breve que fuera) hacia la criatura, la madre se hundía instantáneamente en un abismo de recriminaciones hacia sí misma y de desesperación que le resultaba imposible de soportar. De modo que la madre entró en guerra. Sus expectativas libraban un conflicto fundamental. Un conflicto en el que sentía que su propia vida estaba en jaque: no poder vencer la insatisfacción instintiva que sentía hacia su criatura daría lugar a un castigo terrible y devastador que en su interior sabía que ella misma iba a infligir. Estaba decidida a tener éxito, desesperada por tenerlo, por satisfacer las expectativas que tenía de sí misma como madre sin importar cuál fuera el precio.
   Desde una perspectiva objetiva, la madre tuvo un éxito tremendo en sus esfuerzos por controlarse. En su conducta externa hacia la criatura, la madre mostró un cariño infatigable, fue compasiva, comprensiva, paciente, amable, efusiva, incondicional y desprovista de toda capacidad aparente de juzgar, desaprobar o negar de cualquier forma su amor. Cuanto más abyecta era la criatura, más cariño se exigía a sí misma la madre. Su conducta resultaba impecable de acuerdo con cualquier criterio de lo que ha de ser una madre excelente.
   A cambio, la criatura, a medida que crecía, quiso a su madre más que a todo lo demás que hay en el mundo. Si hubiera tenido la posibilidad de hablar verdaderamente acerca de sí misma como una criatura realmente perversa y repulsiva a quien, gracias a algún golpe inmerecido de buena suerte, le había tocado la mejor madre del mundo entero, la más cariñosa, paciente y guapa.
   Pero por dentro, a medida que la criatura crecía, la madre seguía llena de odio hacia sí misma y de desesperación. Probablemente, se decía, el hecho de que la criatura la mintiera, hiciera trampas y aterrorizara a las mascotas del vecindario era culpa de su madre. Probablemente la criatura no estaba haciendo más que expresar para que lo viera todo el mundo los defectos grotescos y patéticos que ella tenía como madre. Por tanto, cuando la criatura robó el dinero para UNICEF de su clase o agarró a un gato de la cola y lo golpeó varias veces contra la esquina afilada de la casa de ladrillo vecina a la suya, la madre asumió como suyos los grotescos defectos de la criatura, recompensando las lágrimas de la criatura y las recriminaciones que esta se hacía con una generosidad y un amor incondicional que hizo que la criatura la considerara su único refugio en un mundo de expectativas imposibles, juicios implacables y mierda psíquica sin fin. A medida que él crecía (la criatura), la madre asumió todas sus imperfecciones, las guardó en su propio interior y de ese modo lo absolvió, lo redimió, lo regeneró, sin importar que estuviera acrecentando su propio fondo de interior de odio hacia sí misma.

Y así fue durante toda la infancia y la adolescencia de su criatura, de manera que, para cuando la criatura fue lo bastante mayor como para solicitar diversas licencias y permisos, la madre se sintió casi colmada de odio en su interior: odio hacia sí misma, hacia su criatura defectuosa e infeliz y hacia un mundo de expectativas imposibles y juicios implacables. No podía, por supuesto, expresar nada de aquello. De manera que fue el hijo -desesperado, igual que todas las criaturas, por devolver ese amor perfecto que solamente se puede esperar de las madres- el que lo expresó todo por ella.
                                                                                                                                                     

                                                                                                                                                       D.F.W.

1. Sus padres, por cierto, nunca le pegaron ni trataron de imponerle ninguna disciplina, ni tampoco la presionaron.
2. Sus padres habían sido gente con pocos recursos, físicamente imperfectos y no muy inteligentes, y la niña se disgustaba con ella misma por ser capaz de percibir aquellos rasgos.
3. Por entonces todavía no se usaban las expresiones ser positivo ni tampoco relajarse psicológicamente (ni tampoco, por cierto, mierda psíquica; ni abusos sexuales por parte de los padres ni perspectiva objetiva).
4. De hecho, una explicación que los padres de aquella chica a la que ya le faltaba poco para ser madre solían darle para imponerle tan poca disciplina era que su hija parecía reprenderse a sí misma sin piedad por cualquier pequeño fracaso o transgresión, de tal modo que imponerle alguna disciplina habría sido, entre comillas, "un poco como darle patadas a un perro".





8.9.12

DISCOGRAFÍA DE WILLIAM BELLOCQ


- Post-Illbient: books & films. (1999)  Independiente.
 [Álbum debut; de producción casera. Construído a base de paisajes sonoros, con clara influencia de Paul D. Miller a.k.a Dj Spooky en cuanto al el elemento del sampling, utilizado este último en la introducción de conversaciones sacadas de libros pulp o películas de sci-fi light. Lo original del CD reside en la programación rítmica y armónica de las frases: a cada palabra se le asignaba un sonido que, según la intensidad de la frase, variaba de una u otra manera.]





-Enter the reverse at random. (2001) Independiente.
[Producción casera. Como su propio nombre indica, esta obra se diseñó mediante el influjo de la música aleatoria de músicos como John Cage o Pierre Boulez y un sonido noise que no agradó para nada al público. La estructura del trabajo muestra el desarrollo de ciertas bases musicales de jazz junto a una programación puramente azarosa en la que se repiten trozos de Conciertos para pianola en modo reverse. El autor improvisa sobre los tracks con una armónica previamente golpeada.]





-Owls for wild teenagers. (2001) Independiente.
[Producción casera. Reeditada por Movie Racords para el canal 73 de la Televisión Pública. EP cimentado a base de ritmos down tempo y una telaraña de sonido atmosférico que -según en un comentario de facebook del autor- postanunció la muerte anticipada del trip-hop. Sobre dicha estructura envolvente, W.B. introdujo toda una variedad de sonidos de lechuzas repitiéndose en diferentes escalas. El toque psicodélico de aquellos animales fue potenciado con la mítica frase de la serie de los 80, Twin Peaks: «las lechuzas no son lo que parecen». Esta obra llamó la atención de varios productores debido a que uno de los pocos técnicos de sonido del canal 73 introdujo varios de los temas que ambientaron durante semanas las voces en off del programa titulado Wild Teenagers, programa que se emitía a las 4 de la mañana y en el que se ofertaba todo un muestrario de métodos de reinserción emocional para adolescentes con problemas familiares. Lo curioso del asunto es que hubo un brote de teenagers adictos a semejante folleto destinado para padres preocupados. Se quedaban embelesados, ciegos de televisión, con esas camisetas míticas en las que ponía Yo maté a Laura Palmer y esos gorros llenos de grasa. A partir de aquello William Bellocq empezó a sonar en boca de algunos cuantos.]




-Mimetic Remixes (2004) Glitchdroid Records
[CD producido, grabado y mezclado por el sello que montó-2003- William Belloqc. La crítica musical dijo del disco que la etiqueta no era otra que la de ghost remix. El trabajo produjo alboroto en las Ciudades-Portales con más seguidores del e-Territorio, y no fue para menos: en un empuje experimental orientado a la interacción con el consumidor, el autor elaboró unos remixes en los que a simple vista, como por arte de engaño, uno escuchaba el disco y no apreciaba diferencia alguna entre la canción original y la supuesta copia que allí se vendía. La solución pasaba por el software que incluía el disco, herramienta con la que debías de editar los tracks y en el que te aparecía un plug-in que, a medida que modulabas frecuencias, te aparecían fragmentos distintos de canciones de salsa y merengue. Tú creabas el CD. 9 de las 10 canciones tenían por título: Now...you are William Bellocq!]






-Solfeggio Dealer”s.  (2005) Glitchdroid Records
[CD inédito. Las pocas copias que consiguieron filtrarse tanto en dos centros comerciales como por la red fueron rápidamente interceptadas por la Comisión Federal del e-Territorio. Las tres canciones del disco fueron usadas como pruebas en el conocido juicio de la War Vibration en el que, tras varias semanas de deliberaciones y titulares parecidos a El concilio de disckjockeys que intentó tiranizar a la humanidad, se dictó la sentencia de pena de muerte para el creador de la obra. Un tal Frederick Korock -propietario de Glitchdroid Records-, debido a que el nombre de William Bellocq no figuraba en ningún registro civil o laboral, fue condenado a morir por inyección venenosa. Es desde aquel noviembre del año 2007 que nadie sabe quién es W. B., si existe o no existe. Esta incertidumbre se debe a que desde el mismo día en que Frederick Korck entró al corredero de la muerte, desde el mismo instante en que acarició la primera de las barras de hierro de su celda de aislamiento y se meó literalmente entre los mulos, rodillas y pies, por todo el e-Territorio se empezaban a filtrar, como balazos virtuales -espectrales podría decirse-, decenas de tracks de alguien cuyo pseudónimo seguía siendo William Bellocq.]





-Sex Pisto. (2007) Independiente
[Publicado el mismo día de la sentencia del juicio de la War Vibration. Parodia de género punk, con ritmos y melodías compuestas exclusivamente a base de sonidos sacados de grabaciones de diferentes cocinas de restaurantes de 5 estrellas de todo el mundo. Canciones como Fried Cops Chikens o Anarkochef cosecharon bastante éxito entre jóvenes freaks marginados por el propio sector juvenil punk. Este CD fue toda un inspiración para el Frente de Liberación Freak, colectivo radical que usó Speed Freedom como himno político para las revueltas de Texas , Baltimore y Belmont. La crítica cultural denominó a este disco como padre del género conocido como punk-food, o punk-cocina.]





-Post-rap: hermeneutic files. (2007) Independiente
[Construido tanto rítmica como armónicamente a partir de sonidos de fonemas. Sobre el orgánico bombo y caja el autor diseñó todo un collage sampleado a base de fragmentos de canciones míticas de la década de oro del rap hispanoamericano. El hecho de que cada veinte segundos sonasen trozos de letras alternándose, hizo que el contexto en el que las mismas se veían insertas virase hasta el punto de generar un nuevo movimiento de estudiosos que hicieron de las líricas toda una arqueología de la interpretación libre.]





-Ambient is calling. (2008) Neo-Mille Plateaux
[Inspirado en la Teoría Musical de Brian Eno. El trabajo consistía en un trasfondo musical con estructura down tempo y conversaciones telefónicas insustanciales acompasando la orquestación. El autor facilitó la edición instrumental al público, a fin de que cada uno grabase las conversaciones telefónicas que quisiese y las mezclase con usuarios de todo el mundo. Surgieron, a raiz de todo este proyecto, varios poemarios creados a partir de la colaboración anónima de gente repartida por todo el mundo.]





-Solfeggio dealer”s vol.2 (2008) Independiente
[CD inédito. Lo único que se sabe de esta obra es que sus pocas filtraciones desaparecieron en menos de dos semanas y que Thom Yorke, en una declaración que decía: «no juego a ser Dios", negó la única colaboración que hasta el momento el autor ha solicitado.]





-Servidumbre (2009) Independiente
[Obra compuesta únicamente por grabaciones de sonidos de freidoras industriales y duchas de cuartos de baños femeninos de polideportivos regionales. El público respondió con una negativa propia del horror que causa algo simplón y, a priori, incomprendido.]





-Solfeggio Dealer”s vol.3 (2009) Independiente
[CD inédito. Nada se sabe de esta obra. Distribución escasa y tráfico casi de culto.]





-Solfeggio Dealer”s vol.4 (2011) Independiente
[CD inédito. Se dice del mismo que es el favorito del autor. Muchos de los artistas que han compartido supuestamente cartel con W.B. dicen que este es el disco que más se repite en directo. Nadie puede garantizarlo.]





-Solfeggio Dealer”s vol.5  (2012) Independiente
[CD inédito. Último disco hasta el momento. En muchas Ciudades-Portales se ha negado la existencia de dicho trabajo.]