27.5.12

CHAT ROULETTE [1º ENTREGA]

Canadá: sangra cuando se cepilla con dureza las encías. Descubre rostros a través de una pantalla. Inventa significados a sus vidas. Hoy se olvidó de apagar el televisor y por eso ahora mismo está encendido. Sueña con un mejicano y una cámara de fotos. Eructar significa que la boca sepa a boloñesa. Es un nativo digital. Dentro de quince años se arrancará la superficie de sus huellas dactilares.







Turquía: no sabe leer palabras. Sí sabe leer imágenes. A sus más de cinco décadas creía haberlo visto todo hasta que pudo posicionarse cara a cara con una pantalla. Ya no entona cuentos gitanos. La radio no ha desaparecido. Nunca sospechará que vive una amenaza de virus para uno de los cuatro rincones de su disco duro externo. Mañana puede que vea cómo desde la entrada USB del aparato empieza a salir líquido rojo.








Italia: piensa estas puras palabras: Menester; Menestra; Cereza; Pesto; Nómada; Cariño. Palabras que, como si de un hipervínculo se tratase, le redireccionan directamente a ella. Respira y televisa su propio desalojo interior. A veces come. A veces no lo hace. La foto se tomó en un almacén y hay dos personas detrás de su nuca. Personas que, como si de un hipervínculo se tratase, le redireccionan directamente a ella. Abre una pestaña nueva.








Noruega: espera la descarga. Hace cinco minutos miró al suelo y se maldijo por un pensamiento que nunca llegará a tener. Enjuaga los vasos con la misma pasión con la que los científicos contrastan hipótesis. Tiene una hermana mayor a la que anualmente visita. Viaja por torrentes de información reticular. La descarga del archivo acaba de completarse con éxito.







Grecia: los dos comparten una única afición: dibujar el territorio de la red. Parten del principio de enlazamiento. Las capitales de semejante trazado son las páginas webs que más enlaces reciben. De ahí se expanden las líneas que unen las ciudades-portales con los océanos de los buscadores. El mapa está ocupando las dimensiones del piso en el que viven. La foto fue tomada en la vivienda nº 20; 2ºD. Calle Botasi, Atenas.






Marruecos: traduce a fonéticas artificiales lenguas extranjeras que no comprende. El timbre de su propia voz le sigue resultando lejano. Se alimenta de ojeras y refrescos gaseosos. Mañana redactará un tibio residuo de sus pensamientos. Hay en ella horas y minutos que nadie imagina; imita ese tono impersonal, frío. Esta misma frase la acaba de escribir y traducir al búlgaro. Pulsa el pequeño altavoz. Habla Google Translate. 






Iraq: se pierde constantemente en búsquedas sin enlace final a la vista. Comunica por móvil todo tipo de micro-sentencias emocionales a números que de existir, no conoce. Ayer se durmió y despertó siete horas más tarde. No tiene consciencia de que no hay posible enlace final a la vista más que el de uno que, así como la basura espacial, se suspenda roto por el data-espacio.






Alemania: coloca su móvil delante de la superficie urbana y encuentra códigos QR cada vez que fotografía plantillas, anuncios o grafitis. Ayer consumió glitch. Hoy se cree requisado de identidad: piensa que puede ser un único y leve ruido. Acaba de leer una conferencia maldita a la que llegó a través de veinticinco clics en el botón izquierdo del ratón. Refresca sus dientes con sandía.




Méjico: hay momentos en los que razona que ya no existe. Este es uno de ellos.

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