- Mírate.
- Quita de en medio.
- No es seriedad lo que transmites con esos guantes amarillos y todos esos productos de limpieza entre los brazos, y encima se te van a caer, mírate, es patético, ahí, en el espejo, mírate, todos esos líquidos fosforitos apretados contra tu estómago.
- He dicho que te apartes.
- Un hombre no le saca la mierda a su caravana y cruza el desierto para sentirse [flexión de dedos, gesto de entrecomillar] hombre, Feicq, no es cuestión de orgullo ni de pelotas, no se trata de fumar cigarros en mitad de una planicie arenosa ni de contemplar la estrella Polar mientras suena a toda ostia tu querido Frank Zappa.
- Flux viene conmigo.
- ¿En serio?, ¿jugarás con Flux en mitad del desierto Feicq?, ¿le tirarás palos al bueno de Flux y te revolcarás con él entre montículos de espejismos?, ¿alimentarás al perro a base de escorpiones pasados por fuego? dime Feicq, ¿huiréis tú y Flux a un mundo nuevo de soledad y desabastecimiento?
- Aparta. Necesito más limpiacristales y un paño de esos que atrapan el polvo.
- Cobarde hijo de puta.
- Y no necesito ningún mapa de carreteras, cruzaré el desierto con los ojos cerrados.
- Colgado y cobarde hijo de puta. Sabes, acabarás en la cuneta, pinchando, maldiciendo astros y gritándole a tu perro, callándole el hocico, entérate, rezando todo lo que sepas rezar a tu mierda de colgante de artesanía precolombina, sí, acabarás llorando y apretando con fuerza ese patético colgante. Tarado y cobarde hijo de puta.
- Quédate con los peces. Sé que sabrás darles de comer a sus correspondientes momentos del día.
- Limpiar la caravana y cruzar el jodido desierto, esa es tu forma de encarar el nido de suciedad al que me has arrastrado, a esta mierda de ciudad, infecta, poblada de consumidores de ondas de sonido, a este lodazal de adolescentes que se desmayan en mitad de los parques, nada más salir de sus portales, aquí, a la cuna del glitch, a joderme la vida, a deshacer las maletas y rehacerlas, a coger tus putos productos de limpieza, a encerar tu amado cachivache y a perderte por el maldito desierto. Es todo muy romántico Feicq. Es todo muy sublime y romántico. Eres la completa imagen del prototipo de hombre que afronta su destino, sí, es eso, eso eres tú. Eres tú en calidad de ser patético y miserable, tú en versión romántica, tú contra el mundo. Es enternecedoramente repugnante.
- Míranos. Mírate en el espejo. Ese vestido siempre me pareció de lo más tú.
- Volverás, valiente hijo de puta, volverás. Y no seré yo la tonta que esté aquí, esperándote, sí, eso esperas¿verdad?, que esté sentada, con una pierna encima de la otra, preparada para arrancarte los restos pegajosos de lágrimas y mocos y sangre. Y una mierda Feicq. Y una mierda.
- Una llamada. Haré solo una. Cabina nº734560291P. Búscala. Utiliza un sistema explorador. Carretera comarcal. En el último cruce. El último cruce del último desvío.
- Por el amor de Dios, Feicq, escúchate. Todo esto que dices de forma tan patética empieza a adquirir tintes surrealistas que hacen que experimente sentimientos de miedo y repulsión hacia ti, hacia tu salud mental. Despierta. Deja de actuar como si esto fuese atrezzo.
- Necesitaré todas las cintas de cassette. Los libros. La videoconsola. Necesito klínex, no puedo salir ahí afuera sin klínex, Karen, sabes que no puedo.
- Claro que no puedes, jodido imbécil, tonto de las pelotas, ni siquiera eres capaz de limpiarte el culo con papel higiénico comprado por manos ajenas, entérate, no admites royos que no hayan sido adquiridos mediante el contacto de plástico de tu tarjeta de crédito. Si de verdad quieres sentirte como un hombre empieza a demostrarlo y déjate de gilipolleces.
- No necesito el mapa de carreteras, puedo cruzar el desierto con los ojos cerrados.
- Vete a tomar por culo.
- Limpiar la caravana, Karen, cruzar el desierto. Ya te lo he dicho.